Si ya de por sí, la salida de ayer a Los Arcos no era nada fácil, mucho más se complicó cuando en el minuto 2 el árbitro de la contienda expulsaba del partido a Casado por una rigurosa roja.
Muchos pudieron pensar entonces que el partido estaba perdido y que poco había que hacer.
Pero no. Los de Palomeque asumieron el mazazo con estoicismo y se pusieron el mono de trabajo. Si la empresa era difícil no sería entonces la falta de empeño la culpable de no lograr el objetivo.
Es cierto que el dominio era del Orihuela, que el balón rondaba las cercanías del área minera, pero sin riesgo.
Tanto es así que la mejor ocasión de la primera mitad llegó en una falta lejana que Juanmi Callejón envió al larguero.
Buena posición en defensa y tímidas salidas buscando a Florián que lo intentó todo en búsqueda de un amigo con el que asociarse.
Con el run run en la grada por la imposibilidad de demostrar el equipo local su superioridad, numérica, arrancó la segunda mitad.
Y lo hizo de la peor forma posible. Una internada por la izquierda del ataque oriolano, y Ayo, el más pequeño de los 22 que había en el campo, remató de cabeza a placer el que a la postre iba a ser el gol definitivo.
El gol sí nos hizo daño y por unos minutos pareció que estaba cerca el 2-0. Pero no, el equipo se rehízo e intentó poner cerco a la meta local, pero es cierto que sin demasiado peligro.
De ahí a final del choque, fútbol control de los de Óscar Sánchez para solventar un partido en el que los de Palomeque no se lo pusieron fácil pese a jugar con uno menos más se 90 minutos.
